"La duda es uno de los nombres de la inteligencia." - Jorge Luis Borges.
¿Quién no ha dudado de sí mismo alguna vez? ¿Quién no ha sentido que no estaba a la altura? Estoy segura de que a muchos nos ha pasado. Sin embargo, la duda no es enemiga, sino una aliada. Nos ayuda a cuestionar, a reflexionar y a no dar las cosas por sentado, especialmente cuando se trata de nosotros mismos. Es importante darle espacio, pues es lo que nos permite descubrirnos y transformarnos.
Está bien no sentirse capaz en ocasiones, pero es crucial indagar en la causa detrás de ese sabotaje interno. ¿Se trata de alguna inseguridad? ¿O tal vez de una necesidad de reconocimiento? No lo sé. Quizás la mejor opción sea fluir y poner a dormir, de manera sutil, a la voz inquieta que no se cree capaz de alcanzar sus anhelos.
El síndrome del impostor:
"Capaz de hacer eso, no soy."
La vara está muy alta,
pero sólo llego a ella
si muevo los pies del suelo,
si quito el freno y me la creo.
No me creo merecedor;
el crédito no me lo puedo llevar yo.
Acecha el temor al error.
Difícil distinguir entre la humildad y el desvalorizar.
Sin embargo, hay que darle una tregua a dudar.
Es hora de dar descanso al perfeccionista
y dejar salir al despreocupado artista.
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